Lagunas de Ruidera

Un conjunto encadenado de quince lagunas, forman un espacio natural lacustre y fluvial de características singulares en el medio de la estepa manchega.

Entre la primera laguna, la Blanca, y la última, la del Cenegal, existe un desnivel de 120 metros, y entre ellas se encadenan el resto de las lagunas, conectadas a través de cascadas, pequeños riachuelos y corrientes subterráneas. Las Lagunas de Ruidera están consideradas como el nacimiento del río Guadiana. Se nutren de las aguas de acuíferos subterráneos y del río Pinilla.

La vegetación principal está constituida por carrizo, espadaña, juncales, en las proximidades de las lagunas, y sabias y encinas.

En sus aguas se encuentran con facilidad barbos, carpas, lucios, culebras de aguas y galápagos. El entorno de las Lagunas de Ruidera en general se puede visitar libremente, excepto algunas zonas reservadas a refugio de fauna. El acceso a las Lagunas se puede realizar de Ossa de Montiel y de Ruidera. En esta última localidad también se halla situado el Centro de Información del Parque Natural.


Las Lagunas de Ruidera forman un sistema fluvial y lacustre con represas naturales. Se encuentra enmarcado en la altiplanicie del Campo de Montiel. En este Parque Natural se encuentra una interesante variedad de especies vegetales y un amplio conjunto de especies animales, entre las que destacan las aves, que utilizan el mismo como zona de invernada.

Desde un punto de vista cultural, es necesario citar la relación existente entre las lagunas y la obra de Cervantes, "Don Quijote de la Mancha", ya que en este escenario y sus alrededores se desarrollan varios pasajes de la misma. En las poblaciones próximas (Ossa de Montiel, Argamasilla de Alba, Villanueva de los Infantes, Alhambra, Ruidera y Tomelloso), el visitante encontrará un destacable patrimonio artístico y cultural. Junto a las lagunas se pueden contemplar las ruinas del castillo de Rochafrida.
El Parque Natural de las Lagunas de Ruidera, con una superficie de 3.772 Has., afecta a los términos municipales de Ossa de Montiel en la provincia de Albacete, Argamasilla de Alba, Alhambra y Villahermosa en la provincia de Ciudad Real.

Las lagunas se localizan en un valle excavado en el extremo Noroeste del campo de Montiel, con una longitud total de 28 kms., y un desnivel de 120 metros, situándose las mismas de forma escalonada y estando unidas entre sí mediante cascadas, torrentes, o conexiones subterráneas.

De origen tectónico, es decir, por hundimiento, acumulan el agua de los nacederos del Campo de Montiel en una sucesión de 16 lagunas de espléndidas tonalidades, en ocasiones unidas entre ellas por cascadas.
Tradicionalmente fueron consideradas como el nacimiento del alto río Guadiana, que a partir de los años 50 fue embalsado en Peñarroya, dando lugar a un embalse que hoy también aparece incluido dentro de los límites del parque natural.
La zona tiene también grandes valores históricos y culturales, como el castillo de Rocafrida, o la cervantina Cueva de Montesinos.
Este complejo lagunar constituye una importante zona húmeda. Una gran población de aves acuáticas, ánades, fochas, porrones y cercetas, comparten el espacio con el aguilucho lagunero y rapaces nocturnas. La gran extensión de la superficie acuática da cobijo a una ictiofauna en la que destacan la boga, el barbo, la carpa, el lucio y el black-bass. Formando una orla en torno a las lagunas aparece la vegetación palustre de carrizo y enea, y en las altas laderas del Parque destacan las singulares formaciones de viejas sabinas.

Las Lagunas de Ruidera se ubican en el Alto valle del río Guadiana, sirven de límite provincial a Albacete y Ciudad Real y constituyen junto a las Tablas de Daimiel los dos espacios naturales húmedos más extensos e interesantes de Castilla-La Mancha.
En el caso de Ruidera, no sería nada exagerado señalar que en su entorno, hasta hace muy poco tiempo, podía admirarse uno de los paisajes de mayor belleza y atractivo no sólo de Castilla-La Mancha sino de todo el territorio español.
En efecto, el lento discurrir de la corriente del alto Guadiana serpenteando en su angosto valle, se remansa numerosas veces a lo largo de su recorrido en un rosario de lagunas; en ellas, sus represas naturales de toba eran antaño rebosadas y furiosamente desbordadas por el agua conformando así un conjunto de saltos y cascadas, cuya espectacularidad dependía del caudal del río y de la altura y amplitud de la barrera.

La excepcionalidad de este paraje radica en: - La calidad de sus paisajes lacustres que contrastan bruscamente con los del ámbito geográfico del interior de la Península en los que aquellos se insertan. - La riqueza de su marco vegetal y la avifauna. - Ser uno de los grandes y más importantes espacios lacustres europeos asociados a formaciones de toba, como son el lago de Bañolas, en Gerona y el conjunto de lagos escalonados de Plitvice, en Yugoslavia muy similar al de Ruidera.
En ellos se registra un hecho geomorfológico de gran trascendencia y que tiene por protagonista a los peculiares procesos de precipitación de carbonatos originados, en el caso de Ruidera, por las aguas del Alto Guadiana y que son los responsables directos de la aparición de esta zona lacustre.


Las lagunas se disponen de un modo escalonado a lo largo del perfil longitudinal del valle y los hechos que motivan la aparición de cada una radica en dos circunstancias: * La impermeabilidad de los materiales geológicos que afloran en el fondo del valle y que pertenecen al Triásico Superior.
La presencia de una barrera natural de composición tobácea construida por la precipitación de carbonatos provocada por las aguas del río y que cierra a modo de presa su cauce.
La extensión de las lagunas es pequeña (800 x 250 m.) salvo alguna excepción (Laguna San Pedro: 1.600 x 400 m.; laguna Colgada y Del Rey: 2.500 x 450 m.). Su profundidad es variable en función de la climatología, llegando alguna a secarse en épocas de especial sequía. La profundidad de las lagunas más extensas pueden ser de 15 - 20 m.

En lo que respecta a la morfología existe marcado contraste entre las lagunas altas y bajas, los rasgos más representativos del paisaje de las lagunas "altas" son:
* Presencia de barreras tobáceas que represan la masa acuosa de cada laguna y a las que se asocian un conjunto de cascadas y saltos de agua funcionales en los momentos en que aquella desborda por encima de la barrera.
* Perímetro rodeado, generalmente, por taludes y acantilados, labrados en otras acumulaciones tobáceas, con una morfología muy típica en voladizo.
* Una mayor profundidad que condiciona por un lado, las tonalidades azul-verdosas de sus claras aguas y por otro, el asentamiento escalonado por debajo de la superficie de la laguna de una serie de plantas acuáticas cuya organización y densidad siguen las pautas de la máxima y mínima luminosidad.
Por el contrario las lagunas "bajas" ofrecen un semblante completamente distinto: tamaño menor, ausencia de barreras funcionales y de sus cascadas correspondientes, formas grandes y suaves del receptáculo hídrico, que se traduce en una profundidad escasa o casi nula, ausencia de acantilados tobáceos (salvo alguna excepción), carácter cenagoso de sus fondos, etc.
Estas peculiaridades motivan que la densidad de cañaverales, espadañales y masiegares alcancen unos niveles más acusados, lo que determina que estas charcas constituyan un excelente lugar para el refugio y anidaciones de aves acuáticas.


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