Cabañeros

Cabañeros, el parque del bosque mediterráneo mejor conservado de España. El que fuese el mayor polígono de tiro para el ejército del aire, la finca de Cabañeros, en los montes de Toledo, es ahora el parque nacional que aglutina el mejor ejemplo de bosque mediterráneo.
El 20 de noviembre de 1995 fue decalarado parque nacional. «Que se pensara en Cabañeros para un campo de tiro nos parece hoy aberrante.
Aquella propuesta fue, sin duda, producto del desconocimiento de sus tesoros naturales», comenta José Jiménez, director-conservador del parque.
Jiménez lleva 20 años bregando en este lugar, pero cuando echa mano de recuerdos resulta que el momento más emocionante es bastante reciente:
«El pueblo de Los Navalucillos, que se opuso hace diez años a la protección de Cabañeros, ha solicitado la inclusión en el parque de 1.836 hectáreas de su propiedad, una zona de monte mediterráneo de alto valor ecológico (la ampliación deja la superficie de este paraíso en 40.856 hectáreas).
Durante este tiempo hemos demostrado que la apuesta por la naturaleza ha sido rentable para los municipios del entorno».
Números cantan, en la década de vida del parque, se: han invertido cerca de 50 millones de euros en Cabañeros y se han subvencionado proyectos en el área de influencia socioeconómica por valor de más de 8 millones.
El número de camas de hostelería en la comarca se ha multiplicado por 10 desde 1995, y el 60% de los restaurantes se ha creado tras la declaración de parque nacional.
Se han creado unos cien puestos de trabajo directos ­vigilancia, mantenimiento, gestión, uso público, etcétera­ y otros tantos estacionales ­control de incendios y actuaciones de restauración o conservación­.
La afluencia de visitantes ha pasado desde los 30.000 de 1996 hasta los 80.000 de 2004.
«Al principio había mucho escepticismo en estos pueblos; ahora la percepción ha cambiado», señala Lola González, que regenta, junto a su marido Julio, una casa rural con restaurante en Navas de Estena, la primera que se abrió en los alrededores de Cabañeros.
Madrileña ella, valenciano él, llevaban 35 años veraneando en esta localidad. Hace ocho decidieron poner en marcha el negocio.
«Nos va bien, tenemos una clientela fiel gracias al boca a boca. Las ayudas se acabarán pronto, pero la comarca ya ha cobrado un impulso muy interesante.
Acabamos de crear una asociación de hostelería y guías turísticos para ofrecer excursiones alternativas en el entorno del parque».
En la botánica mediterránea Antonio García es una de esas «alternativas», el guía imprescindible para conocer la ruta del río Estena, un compendio de botánica mediterránea: robles, encinas, alcornoques, quejigos, acebos, tejos, arces, abedules y madroños crecen en este pequeño cañón donde también es posible encontrar fósiles y muescas de tiempos muy antiguos, cuando el mar cubrió estas tierras.
Antonio se sabe los nombres de cada árbol y arbusto, de cada mojón del camino, y las historias que los acompañan. Como, por ejemplo, el Risco de Tirapanes. «Al otro lado se hacía carbón vegetal y se cuidaba el ganado.
Tres meses al año el río venía tan crecido que era imposible que los cabreros cruzasen a esta orilla, así que sus mujeres les tiraban desde aquí pan, tocino y garbanzos para que comieran», relata el guía.
Natural de Navas de Estena, se vio obligado a emigrar a Madrid en la década de 1960 para ganarse la vida como camarero, ya que en su pueblo no había muchas oportunidades.
«Cuando Cabañeros saltó a los titulares de prensa tuve muy claro que el futuro de la comarca pasaba no por la construcción de un campo de tiro, sino por la protección de este espacio natural», continúa Antonio.
Empezó a organizar de forma espontánea paseos gratuitos por el río de su infancia ­hoy se contacta con él a través del parque nacional­, y los 40 clientes al mes que tenía hace ocho años hoy llegan a 500. «Aún nos esperan tiempos mejores».
Diez años después, y a pesar de que el cielo ha sido cicatero los últimos meses, Cabañeros muestra el mismo aspecto espléndido de siempre.
«La naturaleza tiene mecanismos para defenderse de la sequía», dice José Jiménez, el director del parque. Cierto. El más llamativo es la esclerofilia de las plantas mediterráneas: para afrontar con éxito las épocas de vacas flacas, reducen al máximo las pérdidas de agua gracias a una gruesa cutícula que forma en las hojas un perfecto aislante, como el nailon de un buen impermeable.
Un paraíso manchego es el paisaje en este Parque es este paraje manchego representativo del monte mediterráneo.
Su paisaje está formado por rañas, macizos y sierras cubiertas de abundante bosque y matorral. Si hubiera que elegir una estampa de este maravilloso lugar sería, sin duda, la inmensa dehesa salpicada de encinas que ocupa la parte central, protegida entre montañas.
Se encuentra incluido en el sistema orográfico de los Montes de Toledo, y comprende algunos de sus macizos más representativos, como el de Rocigalgo (techo de estos montes) y el de Chorito.
De entre todas las sensaciones que desprende este decorado nos quedaríamos con la soledad.
Pero Cabañeros no está vacío. Aunque hay que saber mirar. La flora: Sus extensas masas arbóreas incluyen desde encinares xerófilos hasta abedulares umbrosos, que medran en sus barrancos más húmedos.
Otras grandes formaciones son los quejigares, melojares y alcornocales. Los matorrales que cubren gran parte de las sierras se componen de jaras, brezos y romeros.
Las rañas se componen de extensas planicies adehesadas o convertidas en herbazales.
La diversidad de la flora es muy importante y hasta ahora se tienen contabilizados 750 taxones, de los que 22 especies están catalogadas como «vulnerables» o de «interés especial».
La fauna: Esto no es un zoo; hay que esforzarse. Pero entre el cielo y el suelo hay 276 especies de vertebrados, muchos de ellos amenazados. Los grandes mamíferos están representados por el ciervo, el corzo y el jabalí; los carnívoros más destacados son el zorro, la gineta, el lince y la nutria.
Las aves forman el grupo más numeroso, con 198 especies. Apuntemos aquí los buitres negros y leonados; las águilas imperiales, reales, culebreras y calzadas; las cigüeñas negras y blancas; la avutarda y el sisón.

Es un espectáculo natural y realmente la raña denominada así a ­la llanura de 15 kilómetros de longitud y 8.000 hectáreas de superficie, es una de las postales imprescindibles del parque­ y era ideal para que los cazas del Ejército realizaran sus «raids» y achicharraran las encinas centenarias, pero también lo es hoy para que los amantes de la naturaleza se dejen acunar por el asombro.
Mientras el todoterreno zigzaguea entre los árboles, el visitante tendrá la sensación de estar viviendo sus particulares «memorias de África», aunque esta sabana es tan manchega como Don Quijote, y a mucha honra.
Cientos de ciervos bajan del monte a la llanura cuando llega el crepúsculo para pacer y estirar las patas.
El espectáculo aún es mayor en otoño, tiempo de berrea, cuando el aire se llena de desafíos.
Arriba, en los quejigos, encinas y alcornoques los buitres negros ­ave símbolo de Cabañeros­ construyen unos nidos que, con el uso repetido año tras año, acaban convirtiéndose en enormes estructuras de ramas de hasta dos metros de altura y otros tantos de diámetro.
El vuelo del buitre parece el de una cometa gigantesca y oscura. Monte y dehesa La acción del hombre ­aunque por aquí, ahora, no se ve un alma­ ha propiciado que exista una gran superficie no ocupada por el bosque primitivo; en su lugar se encuentran matorrales de jaras y brezos y pequeñas manchas arbóleas con abedules, fresnos, sauces y madroños.
El aclarado del bosque dio lugar a la impresionante dehesa que existe en la raña. Los montes que delimitan esta llanura por el norte y por el sur, como abrazándola, están cubiertos por una piel frondosa y siempre verde. Cabañeros fue un milagro.
El mayor éxito del conservacionismo español y el pago de una deuda, pues nunca se había protegido el ecosistema más representativo de la península Ibérica.
Conservación y Biodiversidad es el lema de este Parque que cuenta con 1000 especies catalogadas de plantas vasculares, de las que 98 son árboles y arbustos.
Quejigos, arces, encinas y alcornoques originan un bosque de carácter mixto con dominancia de unas u otras especies según la zona. Jaras (Cistus ladanifer), brezos (Erica arborea), (Madroño), romeros , majuelos (Crataegus munogina subsp. brevispina), cantuesos , labiérnagos (Phyllirea angustifolia), lentiscos , durillos y zarzamoras conforman el matorral que cubre laderas y montes. En zonas de umbría es posible encontrar algún acebo .
Lagunas y charcas se cubren de ranúnculos (Ranunculus ssp.); mientras en los tramos de aguas tranquilas y profundas del rio Bullaque son habituales los nenúfares amarillos (Nuphar luteum).
La vegetación de ribera de estas zonas alcanza cierta espesura en forma de bosques-galería que, umbrosos y húmedos, están formados principalmente por sauces , alisos (Alnus glutinosa) y fresnos . A sus pies, el arraclán (Frángula alnus), el mirto , el brezo, la zarza o algunas lianas como la madreselva (Lonicera implexa) y la zarzaparrilla forman un sotobosque que da cobijo a numerosas aves.
Entre los endemismos de área más reducida, destacamos: Digitalis mariana, Sideritis paulli, Coincya longirostra y Betula pendula parvibracteata restringidos a Montes de Toledo.
La fauna de este parque es muy rica, y cuenta con algunas especies endémicas y otras muchas amenazadas (21 a nivel nacional y 43 a nivle regional).
Aquí viven cerca de 200 especies de aves: rapaces de gran tamaño, como el buitre negro (Aegypius monachus), el águila ibérica (Aquila adalberti), el águila real (Aquila chrysaetos); aves que habitan en las rañas, como la avutarda (Otis tarda), el sisón (Tetrax tetrax), la cogujada (Galerida cristata), etc; aves de los sotos como el martín pescador (Alcedo atthis), la oropéndola (Oriolus oriolus), el trepador azul (Sitta europea).
La herpetofauna tiene también una buena representación (13 anfibios y 19 reptiles).
También las especies de peces que viven en el Parque son varias. Es importante destacar como acción para la conservación de la biodiversidad el seguimiento del buitre negro en Cabañeros.
La población de buitre negro (Aegypius monachus) ha alcanzado la cifra máxima de su historia conocida: se estima que en la zona se reproducen con éxito 137 parejas, 116 de las cuales sacan pollo en el interior, lo que supone un éxito reproductor del 97,4% de las parejas que crían.
Se rompe así su tendencia a la disminución en la zona más occidental, ya que el aumento de parejas nidificantes ha sido homogéneo en todo el Parque.
El Parque Nacional de Cabañeros está situado entre las provincias de Ciudad Real y Toledo. El núcleo de Cabañeros no puede patearse por cuenta propia, y es necesario hacerlo en vehículos todoterreno que gestiona una cooperativa de la zona.

2 comentarios:

Jose Angel dijo...

Os Recomiendo a todos que lo visiteis.
Es la joya de la corona de los Parques Nacionales de España.

Si necesitais alojamiento:
http://www.abuelamaria.es
Junto a la raña de Cabañeros y a 5 Kms del centro de interpretacion.

Anónimo dijo...

es estupendo la naturaleza es lo mejor es algo muy hermoso

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